American Painting Contractor

Los pintores se enfrentan a un ajuste de cuentas en el Tribunal Supremo

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Kevin Hoffman

Recientemente se conoció ante la Corte Suprema un caso que involucraba a una empresa de pintura y la diversidad.

Quizás recuerde nuestra historia original sobre el caso, pero en caso de que no la recuerde: la empresa de pintura ganó una licitación del gobierno federal para un trabajo destinado a empresas comerciales en desventaja (DBE).

La empresa afirmó que trabajaba estrechamente con una DBE como proveedor, cumpliendo así el requisito federal, cuando en realidad la DBE supuestamente estaba siendo utilizada como una empresa de transferencia que obtenía una parte del dinero sin realizar ningún trabajo real.

La razón por la que la Corte Suprema tomó el caso –y la parte que debería ser de interés para cualquier proveedor de servicios para el hogar– es que redefiniría la definición legal de “fraude” para incluir el trabajo realizado de una manera distinta a la especificada, como por ejemplo con una tripulación diferente a la prometida.

La empresa de pintura fue condenada en virtud de un estatuto federal de fraude postal. El abogado que representa al contratista argumentó que las afirmaciones de DBE eran similares a la “inflación” en los materiales de marketing: afirmaciones grandiosas que no necesitan pasar la prueba de factibilidad.

Por el contrario, el Procurador General de los Estados Unidos, Eric Feigin, afirmó que las reclamaciones eran una tergiversación material según los términos del contrato, y que la integridad del proceso de contratación depende de declaraciones veraces, especialmente cuando se refieren al cumplimiento de objetivos regulatorios.

A partir de sus preguntas, los jueces de la Corte Suprema parecieron adoptar posturas partidistas predecibles.

Sonia Sotomayor y Ellena Kagan –consideradas el ala liberal de la Corte– parecían inclinarse favorablemente al argumento de Feigin de que las tergiversaciones del DBE constituían una forma de fraude.

Sotomayor lo comparó con un propietario que contrata a un plomero autorizado. Si resulta que el plomero es sólo un aficionado con una llave inglesa, eso sí sería una forma de fraude, sugirió.

Kagan fue un paso más allá y ofreció una analogía en la que un inversor paga por oro pero en su lugar recibe carbón. 

El juez Neil Gorsuch, considerado conservador, ofreció una visión más favorable a las empresas. Cuestionó cómo se aplicaría la ley en casos menos claros. ¿Cuánto tendría que revelar una empresa sobre sus operaciones para evitar un proceso por fraude postal?

El presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, también conservador, estaba preocupado por la extralimitación de la ley federal en disputas contractuales que sería mejor manejarlas como asuntos civiles.

Se espera que la decisión de la Corte Suprema sobre el caso esté prevista para julio. Lo actualizaremos aquí cuando se tome la decisión.

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