Imagínese esta escena: está en una escalera, a 60 pies de altura, con un pincel en la mano, cuando le dicen que el jefe está aquí para recibirlo.
Así es como Juan Medina conoció a Bill Harrison, el patriarca de Harrison Contracting. Juan bajó hasta la mitad, un poco a regañadientes.
“No quería perder todo el día bajando y subiendo de nuevo”, recuerda Juan con una sonrisa.
Antes de que Juan llegara al fondo, Harrison le hizo un gesto para que se fuera. Donde algunos podrían haberse preocupado por la insubordinación, Harrison vio en cambio la sólida ética de trabajo de Juan.
“Siempre llamé a Juan mi Superman”, dice Harrison, quien desde entonces vendió la empresa pero sigue involucrado. “Ayudó a convertir a Harrison en lo que es hoy”.
La anécdota que dice mucho sobre el hombre que se convirtió en la columna vertebral de las operaciones nacionales de la empresa. Desde ese primer encuentro hasta coordinar 200 trabajos por semana, la trayectoria de Juan es tan extraordinaria como modesta.
“Es una historia increíble”, dice Chris Murphy, copropietario de Harrison Contracting. “Un tipo que llegó a este país apenas podía hablar inglés y ahora está a cargo de un equipo de personas que incluye a 2000 técnicos en todo el país”.
Aprendiendo a pintar
Todo comenzó en Georgia, donde el padre de Juan le encontró su primer trabajo como pintor.
“Le dijo al tipo que yo era el mejor pintor de la zona”, dice Juan. “Ni siquiera sabía lo que era una pistola de pintura”.
Decidido a no fallarle a su padre, Juan encontró a algunos pintores en un sitio de trabajo cercano y les preguntó si podía observar. Por la mañana, Juan estaba listo para abrirse paso a lo grande en su primer día.
“Me presenté como si supiera lo que estaba haciendo”, dice. “Aprendí sobre la marcha”.
Ese impulso por el éxito y la adaptación se convertiría en un sello distintivo de la carrera de Juan. Como trabajador hispano sin experiencia en la fuerza laboral de la construcción predominantemente estadounidense hace 20 años, ganarse el respeto no era una tarea fácil.
“Yo era joven, era hispano y estaba a cargo de equipos llenos de trabajadores estadounidenses mayores”, recuerda Juan. “Sabía que no podía simplemente entrar y dar órdenes. Tenía que demostrarles que estaba allí para ayudarlos a tener éxito”.
Juan generó confianza estando presente y demostrando que conocía el trabajo. Cuando los equipos llamaban a las 3 a. m., Juan respondía. Cuando surgían problemas, él aparecía con soluciones.
“Les dije: ‘Ustedes están a cargo del trabajo. Yo estoy aquí para apoyarlos’”, dice Juan.
Paso a paso, fue ascendiendo de rango, ganándose el respeto, aprendiendo el oficio y sentando las bases para el líder en el que se convertiría.
“Juan hace que la magia suceda”, dice el copropietario de Harrison Contracting, Calvin Pate. “Nunca me preocupo cuando sé que Juan está a cargo”.
Construyendo un equipo
Antes de unirse a Harrison Contracting, Murphy estaba en ventas para PPG cuando conoció a Juan. El futuro propietario vio rápidamente que Juan estaba operando en otro nivel.
“Este tipo es diferente”, recuerda haber pensado Murphy. “Este tipo no es pintor, es organizador”.
Pasar de 20 trabajos a la semana a 200 no se logra sin una estrategia, y para Juan esa estrategia se centra en las personas.
Este enfoque en la confianza y la transparencia dio sus frutos. Juan habla con cariño de los trabajadores que dejaron Harrison Contracting en busca de otras oportunidades, pero que regresaron porque extrañaban la cultura de lealtad y apoyo que Juan ayudó a construir.
“Les digo a todos: ‘Si te vas en buenos términos, la puerta siempre estará abierta’”, dice Juan. “Pero si me mientes o quemas el puente, es tu culpa”.
Reflexiones sobre su trayectoria
Para Juan Medina, el libro de contabilidad del éxito no se escribe únicamente en las ganancias, sino en el impacto que deja atrás. Después de más de dos décadas en Harrison Contracting, Juan se enorgullece de las personas a las que ha asesorado y de las oportunidades que ayudó a crear.
“Comencé aquí sin nada, sin camión, sin herramientas, solo una oportunidad”, dice Juan. “Ahora miro a mi alrededor y veo a personas a las que formé dirigiendo sus propios negocios, comprando casas y manteniendo a sus familias. Eso es lo que me importa”.
De cara al futuro, Juan y el liderazgo de Harrison Contracting están enfocados en seguir acelerando el crecimiento, sin dejar de ser fieles a la cultura que han construido. Juan insinúa el próximo objetivo audaz de la empresa: la expansión internacional.
“¿Por qué no?”, dice Juan con una sonrisa. “La pintura es líquida en todas partes. Si podemos hacerlo aquí, podemos hacerlo en cualquier lugar. Será difícil, pero lo resolveremos”.
Para Juan, Harrison Contracting no es solo una empresa. Es su familia, el trabajo de su vida y una máquina que se enorgullece de haber ayudado a construir.
“El día que sea demasiado lento o demasiado viejo, me haré a un lado”, dice Juan. “Pero me iré sabiendo que ayudé a construir algo grandioso y que ayudé a mucha gente en el camino”.